Ya no quiero cuentos de princesas
Cuando era pequeña, me sentía diferente, algo me decía que esta realidad era un sueño para experimentar. Ocultaba mis creencias, hablaba en secreto con los árboles, con los elementos…intuía que la temida muerte era una puerta dorada hacia la verdad, llena de infinitas posibilidades…ahora soy la misma, pero esa niña se siente segura, cuidada, reconocida…en Amor incondicional. Ya puedo mostrarme tal y como soy.
“Hoy, después de 56 años y medio aquí en esta hermosa mañana de otoño, mirando por la ventana las poderosas montañas que me rodean vestidas de gala con infinitos tonos en verde y dorado…sintiendo un Inmenso Amor por esta tierra que me sostiene y por este pedazo de cielo que me cobija”
Si, en este instante, después de darme un refrescante baño de bosque, me atrevo a decir que no necesito otra cosa que no sea Paz.
Si alguien espera que diga Sí y lo que me aporta paz es un NO, pues diré un rotundo No. “sin sentir culpabilidad.”
Los años están disolviendo, arrastrando las máscaras, lo superfluo, la necesidad de aprobación…cada día me importa menos lo que está vacío de contenido, las palabras vanas; el tiempo está despojándome de fantasías, expectativas, críticas, luchas, éxitos, deberías, exigencias…de lo que atrapa, pesa, duele…de lo que no aporta sabiduría y Paz.
Ya no quiero cuentos de princesas y príncipes que comieron perdices, quiero que las perdices puedan corretear por el monte y jugar con las liebres. Quiero historias de Seres sencillos, verdaderos, responsables de sus vidas, que cada mañana se levantan y caminan, construyen, siembran, crecen y aprenden.
No quiero cuentos espirituales para evadirse de la vida real y verdadera. Ahora, en este instante, tengo muy claro que lo espiritual es escuchar el latido del corazón, vivir en coherencia, respetar los territorios, ver crecer la hierba frondosa y tierna sobre las huellas que voy dejando en los caminos. Conocerme, aceptarme y respetarme plenamente.
Sentir que el Paraíso está en la Tierra, que el universo entero se despliega con cada respiración consciente.
Respeto, pero no acepto imposiciones de creencias que me limiten, que me alejen de lo que soy, que debiliten mis raíces o corten mis alas.
Aprendí que no puedo gustarle a todo el mundo. Es normal que todos no estén de acuerdo con mi forma de ser, de vivir, con lo que hago….la puerta de mi Corazón está abierta para quién resuene y pueda entrar y está totalmente de par en par para quien quiera «salir»
…..y en mi corazón siempre gracias.
T/L
Limpiezas Energéticas
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