Las personas que empiezan a meditar suelen decir que sus pensamientos se alborotan.
Pero lejos de significar que tus pensamientos se han vuelto más frenéticos, significa que tú te has vuelto más sereno y por fín te das cuenta de lo ruidosos que han sido siempre. No te desalientes ni te rindas. Surja lo que surja, sigue estando presente, sigue regresando a la respiración aún en medio de toda la confusión.
Al principio cuando meditas los pensamientos llegan unos tras otro ininterrumpidamente, como una catarata.
Poco a poco, a medida que se va perfeccionando la meditación, los pensamientos se parecen más al agua en una estrecha y profunda garganta que discurre entre altas montañas, después al agua de un río ancho y caudaloso que avanza lentamente hacia el mar, y, por último, la mente es como un océano, un mar tranquilo y plácido, agitado sólo por alguna que otra ondulación.
A veces se piensa que cuando uno medita no tendría que tener pensamientos ni emociones en absoluto, y al verlos surgir la persona se preocupa o se irrita y cree que ha fracasado. Nada más lejos de la verdad.
Dice un proverbio tibetano: ” Pedir carne si huesos y té sin hojas es mucho pedir”. Mientras tengamos mente, habrá pensamientos y emociones.
Tal como el océano tiene olas, el resplandor propio de la mente son sus pensamientos y emociones.
Así pues, adopta una actitud amplia, abierta y compasiva hacia tus pensamientos y emociones, puesto que los pensamientos son de la familia de tu mente.
En la meditación puedes contemplar tus pensamientos y emociones con una actitud libre de prejuicios. Cuando Cambia tu Actitud, Cambia toda la admósfera de tu mente, incluso la misma naturaleza de tus pensamientos y emociones.Cuando te vuelves más afable, ellos también lo hacen….
Sogyal Rimpoché